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12.22.2015

El viajero

Después de tanta monotonía y aburrimiento en su vida, decidió prepararse un bolso con lo necesario y salió de su casa. No llevaba mucho dinero, sólo un mapa y su soledad. Emprendió rumbo al costado de una ruta que no sabía hacia dónde lo llevaba. Pasó horas y horas caminando, hasta que un grupo de amigos que pasaba por ahí, lo invitó a la tráfic para llevarlo hacia dónde se dirija. Parte de su aventura era no saber su destino, así que les dijo que lo dejaran en el pueblo siguiente.
Llegó, se despidió y guardó un regalo que le dio aquel grupo de personas tan amables. Fue a buscar alojamiento y sólo pensaba en dormir, no estaba acostumbrado a tanta movilidad en tan pocas horas.
Después de su descanso y acomodarse en ese pueblo, salió a disfrutar. No tenía horarios, no tenía compromisos... Sólo ganas de conocer y quedarse el tiempo necesario. Recorrió cada rincón, cada bosque, cada punto de interés que los demás le comentaban. Estuvo meses allí, donde le atraía todo, donde se sentía a gusto. Pero de repente una tarde, fue necesario que saliera de ese pueblo, una tormenta amenazaba con destruirlo todo. Armó su bolso y partió, de nuevo, sin un rumbo certero. Esta vez tomó el primer colectivo que pasó, y en el viaje durmió, hasta que le anunciaron que debía bajarse por que era la última parada.
Otra vez, no supo donde se encontraba, y era de noche. Buscó una plaza y durmió en un banco, no tenía dónde conseguir alojamiento. Como siempre pensaba, cada aventura le dejaba algo, así que lo disfrutó. Esta vez conoció ese lugar desde cierta lejanía. Al principio lo sintió bien, hasta que llegó el día en que se cansó de la incomodidad, en que sabía que ese no era su lugar y tenía que seguir explorando...
Pensaba en volver a aquel primer pueblo, pero eso iría en contra de su plan, emprendió viaje al costado de la ruta sin un rumbo fijo. Así continuó su camino, de pueblo en pueblo, durante un año... Hasta que encontró su lugar, por causa del azar. Él se sentía a gusto con todo, hasta con esos días de tormentas, ya que sabía que nada podía compararse con aquella primera en que tuvo que evacuar ese pueblo... Amó cada rincón que le transmitió la paz que buscaba hace un tiempo. Y así terminó su aventura, había recorrido mucho para llegar hasta acá, no iba a desperdiciar nada... Entendió que se había enamorado de aquel lugar que le dio refugio en sus peores días.

...Todo depende de quién lo mire, ya que cada paraíso pudo ser una ciudad o una persona.

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¡Hasta la próxima!
Marian